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jueves, 6 de septiembre de 2012

Monegros-Bardenas-Pirineos, etapa 1: Desiertos y formas





Desierto de Los Monegros, antes del amanecer.


Da inicio una aventura que, a lo largo de 4 etapas, me llevará a descubrir lugares de lo más variado. La temperatura es fresca para ser el final del verano, y la carretera es monótona, lo normal en un desierto.


Rectas que hacen que la mirada se pierda en el horizonte...


... y causa sorpresa ver que tengo por delante 7 kilómetros de pista sin asfaltar, cuando nada en los mapas hacía presagiarlo.


Pero disfrutar del amanecer en esta opresora soledad...


... compensa cualquier penuria, al igual que las vistas desde el Alto de la Corona.


La bajada hasta Lanaja, ya en una agradablemente fresca mañana...


... permite soltar piernas y ver como los kilómetros pasan rápidamente...


... y pese a que el viento es algo molesto...


... no puedo quejarme ni del estado de la carretera ni de las pendientes...


... ni será necesario pedir misericordia en Alcubierre...


... para subir el Alto del mismo nombre...


... y entristecerme viendo las trincheras de la Guerra Civil, un episodio para olvidar.


Descenderé rápido, alejándome de ese lugar que nunca debió existir...


... para hacer ruta turística por Leciñena...


... y ver estas dehesas con esos toritos bravos.


En Villanueva de Gállego ya me siento en lugar civilizado...


... y pese a estas obras de arte de dudoso gusto...


... pondré mi granito de arena en esto del arte, con carbono en vez de hierro...


... y asfalto en vez de piedra.


Subiendo a San Esteban algunos tímidos árboles intentan romper la monotonía de ese secarral...


... pero poco lo consiguen...


... y debo soportar el castigo del sol, ahora ya no tan agradable...


... para coronar bañado en sudor y muerto de sed.


Como un poseso, me lanzo al descenso camino de Castejón de Valdejasa...


... buscando lo que encontraré...


Agua!


Ya como si nada hubiera pasado, inicio la subida al Alto de la Contienda...


... y arriba disfrutaré un rato de estas vistas, que se difuminan con la neblina en el horizonte.


El descenso volverá a ser rápido...


... por carretera de previsible trazado...


... que pasando por Sierra de Luna...


... desemboca en la carretera general, desde donde ya puedo ver el Santuario de Monlora, próximo objetivo.



Cruzaré el pueblo de Luna como un rayo...


... dejándolo atrás para negociar las cuestas de subida al Santuario...


... parando de vez en cuando a coger aire y a contemplar el paisaje...


... tan diferente a lo que acostumbro a ver en mis salidas, que tienden a lo verde, y no a tanto amarillo.


La recta final...


... me deja a las puertas del Santuario de Monlora...


... que es un privilegiado mirador de la comarca de Las cinco Villas...


... desde este montículo donde lo construyeron.


Vuelvo a Luna, ahora con más calma y parando en la fuente que hay en la entrada del pueblo...


... y tomaré la dirección oeste, ya de aquí hasta el final de etapa, dejando Erla atrás y el Santuario de Monlora al fondo.


Cabalgaré en mi fiel montura atravesando Las Cinco Villas...


... pero me detendré momentaneamente en Ejea de los Caballeros...


... para contemplar parte de su patrimonio arquitectónico...


... y así distraerme un poco, pues lo que viene vuelve a ser monotonía...


... pero no me disgusta.


Entro en las Bardenas Reales...


... un paraje natural semidesértico de 42.000 hectareas...


... cuyo suelo, de arcilla, yeso y arenisca ha sido moldeado por el agua y el viento con caprichosas formas.


Tierras que durante muchas décadas dieron cobijo a los bandidos de la zona...


... a dia de hoy estan menos asalvajadas...


... y son fuente de turismo y actividades deportivas.


Por desgracia para mi, la carretera asfaltada permite ver muy poco de la zona...


... pues únicamente llega hasta la base militar, y luego se convierte en pista.


Así que me contentaré con esto que puedo ver...


... e intentaré imaginarme el resto.


La casa de información del parque.


Es hora de regresar y buscar mi alojamiento, en Arguedas...


... auque previamente me pasaré por una tienda para comprar mi desayuno de mañana. Luego, llego al final de etapa, en las afueras del pueblo.


Me guardan la bici en el garaje del hostal, cosa que me hará negociar la hora de salida de mañana con la hostalera. Ella madrugará bastante, por lo que nos ponemos de acuerdo pronto.

Hago tiempo hasta que abren el comedor, y cuando la gente empieza a entrar yo ya estoy terminando.

Me acuesto enseguida, repasando los mapas de la etapa de mañana, donde habrá montaña, por fin... y vaya montaña!

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