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viernes, 31 de agosto de 2012

Travesía a los Lagos de la Munia


Para terminar con buen gusto el mes de agosto, mi hijo y yo nos vamos a embarcar en una aventura que ya veremos como nos salimos. Vamos a estrenarnos, tanto el uno como el otro, en eso de vivaquear en alta montaña.

El sitio elegido serán los Lagos de la Munia, una ruta que ya hice hace pocas semanas y que, por tanto, no ha de presentar problemas de orientación.

Estamos pasando unos dias en el camping de Ainsa, así que la mañana de hoy la dedicamos a preparar todo lo necesario para la travesía. Comemos pronto y a eso de la 1 del mediodía ya estamos en el párking de Pineta. Llega la hora de empezar!


Unos pocos metros por carretera hasta llegar a la Ermita de Pineta, punto de partida del sendero que nos subirá con fuerte pendiente hasta los Llanos de La Larri.


El sendero sube por dentro de un frondoso bosque de hayas.


Siempre con sombra, el sol apenas logra tocar el suelo en una zona de vegetación tan densa.


Salimos al camino que también sube a los Llanos de La Larri desde Pineta, pero dando mucho más rodeo.


A nuestra derecha vemos el Circo de La Larri. Ahí es donde tenemos que ir.


Los Llanos de La Larri y las paredes que cierran este valle glaciar que deberemos superar.


Mirando hacia la zona por la que bajaremos mañana, La Estiva.


Iniciamos el duro ascenso por esta ladera, con la Cascada de La Larri a la vista.


La subida es complicada. Siempre buscando el punto más débil de la montaña, aunque eso no evita que haya alguna zona un poco aerea.


Es necesario trepar en varias ocasiones. Con lo cargados que vamos, no es tarea fácil. Gastamos muchas energías en esta zona.


Un pequeño descanso en plena subida para ajustarse la mochila y respirar un poco.


Última zona antes de llegar al final de esta primera parte de ascenso.


Terminamos de subir la pared del circo, y nos merecemos un buen descanso. Ahora la subida continuará, pero ya no será tan fuerte ni habrá que trepar más. Sin embargo, un fortísimo viento y una temperatura cada vez más baja se van a convertir en nuestros peores enemigos.


Vista desde este punto. Los llanos de La Larri y el Monte Perdido con su glaciar. A partir de ahora ya no volveremos a tener estas vistas.


Proseguimos la subida, ahora con otro paisaje mucho más de alta montaña.


Sendero muy claro, no hay pérdida posible.





Bajo la atenta mirada del Pène Blanque remontamos el Barranco de la Fuen Santa.


El cielo se pone feo y el viento es muy fuerte. La sensación de frio se acentúa a cada metro que ascendemos.





Enorme mole rocosa el Pène Blanque.


Llegamos a la rota ladera del Chinipro, cerca ya de los Lagos de la Munia o de La Larri. Un poco antes, hemos encontrado una chica que había plantado la tienda algo más abajo, pues nos contaba que a eso de las 4 de la tarde en los Lagos caía aguanieve y había decidido bajar un poco para estar más resguardecida.


La descuartizada ladera del Chinipro y el agua que baja de los Lagos.





Llegamos así al primero de los lagos, que deberemos rodear por la derecha.





Atardecer en los Lagos de la Munia.


La pequeña subida que se ve el final del lago nos permitirá el acceso al segundo.


Dejamos atrás este primer lago y, al fondo, el Collado de las Puertas, por donde mañana proseguiremos la ruta.


Este ya es el segundo lago. En la playa del fondo, cerca del pequeño nevero, hay unas zonas de vivac. Ahí plantaremos nuestra tienda.


Nos cuesta montar la tienda por el fuerte viento y porque tenemos las manos heladas (ibamos sin guantes, pues no esperábamos tanto frio). Además, es la primera vez que montamos una tienda, jeje. Pese a todo, no nos quedó tan mal.


Cualquiera sale de ahí! Almenos protege del viento...


La noche no la pasamos muy bien que digamos... El fuerte viento zarandeaba la tienda y armaba un escándalo que no había quien durmiera. Y hacía frio.... tanto que el agua que se condensaba dentro de la tienda se helaba y, en vez de gotas, nos caían encima trocitos de hielo.

Por la mañana, con un viento igual de fuerte y las orillas del lago heladas.


Nos costó Dios y ayuda desmontar la tienda, pues se nos helaron las manos y no teníamos tacto. Una vez lo conseguimos, salimos pitando de ahí, buscando el sol. En el Collado de las Puertas lo encontramos.


Descendiendo hacia el Valle de Real. Delante nuestro, el Pico Comodoto.


Bonita imagen del chaval mirando hacia el Comodoto, con las Tres Marías y el Collado de Añisclo de fondo.


Seguimos nuestro descenso por zona herbosa.


Llegamos al Barranco de Petramula, donde cogeremos agua y, como ya hace buen tiempo, nos quitaremos algo de ropa de abrigo.


Alternamos alguna subida entre la bajada, buscando la Collada de las Coronetas.


Vemos la Collada de las Coronetas, entre el Comodoto y el Chinipro, por cuya ladera estamos caminando nosotros.





Tramo final de la Collada de las Coronetas.


En lo alto de la Collada, espectaculares vistas de este prado colgado y las Tres Sorores, cuyo punto culminante es el Monte Perdido.


Bajando hacia los llanos de La Estiva.


Las Tres Marías, el Collado de Añisclo y las Tres Sorores.


Llegando al prado, deberemos atravesarlo hasta su final.


En La Estiva, mirador perfecto del Monte Perdido y su glaciar, tristemente en claro retroceso.


Ahora ya todo será bajada hasta los Llanos de La Larri.





Empezamos a ver vacas...


... y sarrios.


Entraremos en la zona de bosque justo cuando empezamos a ver los Llanos de La Larri.








Fuerte descenso hasta los Llanos de La Larri.


Hay que bajar con cuidado pues es fácil resbalar.


Este no tuvo tanta suerte...


A puntito de llegar a los Llanos de La Larri, con el refugio a la vista.


En los Llanos de La Larri, disfrutando de la fauna del lugar.


Para llegar al párking, decidimos ir por el camino largo para evitar la fuerte pendiente que hicimos en la ida. Eso nos permitirá ver esta cascada...


... ver de lejos el Parador Nacional de Turismo...


... y remojarnos un poco en esta fuente.


Finalmente, esta avenida tan acogedora nos dejará en el párking, donde con gusto nos quitaremos las botas y regresaremos al cámping, no sin antes pararnos a comer un buen plato combinado en el Mesón de Salinas (acompañados por unas avispas cabronas que nos dieron bastante la murga).


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