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viernes, 22 de junio de 2012

The Italian Job, el desafío: Col Agnel, Sampeyre (por Sampeyre), Sampeyre (por Elva), Colle dell´Agnello


Ha llegado el dia. El dia de pasar cuentas con el Agnello. Lo subí por la vertiente francesa en uno de mis Alpes Franceses Total Tour, pero luego todos me decían que, por donde realmente era duro y espectacular, era por la vertiente italiana. Así que hoy, lo subiré por ambas caras. Además, conoceré las 3 vertientes de otro coloso alpino, el Colle di Sampeyre. Un menú muy exigente, aunque no dudo de mis capacidades para lograrlo.

Para ello, el despertador suena a las 4.20 de la mañana. 40 minutos es lo que necesito desde que suena el despertador hasta que empiezo a pedalear. Antes de vestirme, desayuno mi zumito, unas magdalenas con chocolate y un cacaolat. Me pongo ropa de verano y encima, chaqueta windstopper y pantalón largo, todo ello de invierno. Además, el buff, porque a la altura que voy a subir y tan temprano hará mucho frio. Me llevo un zurrón con el bocadillo, y donde luego iré metiendo la ropa de invierno a medida que vaya calentando el sol.

Bien calculado, son las 5 de la mañana cuando salgo de Ville-Vieille, punto de inicio de la subida al Col Agnel, o el Agnello, según lo digamos en francés o en italiano.



A tan temprana hora ya hay la suficiente luz como para ir sin el frontal. Me voy alejando de Ville-Vieille con toda la calma del mundo, pues por delante tengo 21 kms al 6.7% de pendiente media... y es la vertiente "fácil"!


Poco a poco, a medida que gano altura, se intensifica la luz por detrás de las montañas. Voy dirección este, así que el sol me sorprenderá de frente.


El cementerio de Molines-en-Queyras. Muy curioso, pues en cada cruz hay puesto un corazoncito blanco con algo escrito.


Al paso por esta iglesia, veo que llevo una hora de etapa... y lo que me queda!


Un curioso "bar" encontramos aquí perdido en medio de estas praderas.


Y en esta roca, placas conmemorativas de diversos asuntos. Por ejemplo, en recuerdo del que diseñó el trazado de esta carretera.


Las primeras nieves empiezan a ser iluminadas por la luz solar.



Picos que flirtean con los 3.000 metros de altitud me escoltan por el flanco derecho en todo momento.



Enfrente mio, el pico llamado "Le Pain de Sucre" con sus más de 3.200 metros. Majestuosa presencia la suya!



Vista atrás, veo el refugio que hace poco sobrepasé. En la lejanía se pierde el fondo del valle por el que vengo ascendiendo.



Poco antes de coronar, estoy a la altura de las nieves, bastante por encima de los 2.500 metros de altitud.



A puntito de entrar en Italia. Tras esa curva, la cima del Col Agnel.



Desde la cima, mirando hacia Francia.



Pero, a diferencia de la otra vez que estuve aquí, hoy no me daré media vuelta. Entraré en Italia y me lanzaré al descenso por su vertiente.



Vertiente italiana. Todavía con bastantes sombras, ya que el sol está muy bajo.







Apreciamos claramente la gran dureza de esta vertiente. La bajada es rapidísima, con un asfalto en perfecto estado.







Puedo ver el pueblo de Chianale, que marcará el final de 10 kilómetros de bajada de auténtica locura.



Preciosos, a pesar de todo, estos 10 kilómetros.



Llegando a Chianale.



Casi las 8 de la mañana cuando llego a Chianale, una radiante y soleada mañana de junio.



Acercándome a Pontechianale y su lago artificial.







Casteldelfino, con otro de esos estiradísimos campanarios propios de toda esta zona.



Llego a la población de Sampeyre, la más grande por la que voy a pasar hoy. Busco un supermercado y estoy de suerte, acaban de abrir en estos justos momentos. Le pregunto a la chica ¿cocacolas?, y  me pregunta si soy español, porque acabando en "s" solamente lo decimos nosotros, jeje. Luego me explica que conoció a Miguel Indurain y a su hermano Prudencio, en una etapa que terminaba allí cerca, en Valle Varaita. Hablamos un poco, las italianas parecen mucho más parlanchinas que las francesas, y me voy con un paquete de galletas de chocolate y un litro de cocacola fresca.



Inicio el ascenso al Colle di Sampeyre. Serán 17 kms al 8% de pendiente media. La primera mitad va casi siempre dentro de un bosque muy frondoso, donde apenas entra la luz del sol.



La belleza de esta zona de bosque no se corresponde con el estado de la carretera, que está fatal. Subiendo no es gran problema, pero sí que lo será luego, a la vuelta, pues deberé bajar por aquí.







Paso por Sodani y empieza a abrirse la zona. Abajo queda Sampeyre, y en mi estómago las galletas y las cocacolas que me fuí comiendo mientras subía por el bosque.



Ahora llega la zona de abetos.



Al salir del bosque, el asfalto mejora algo. No es para tirar cohetes, pero mucho más aceptable que antes.







Santa Anna, última zona habitada en esta subida.



Seguimos escalando por zona de abetos. Con el fresco de la mañana y recién desayunado, las sensaciones son estupendas. Nada hace presagiar la zozobra que llegará luego.



Sampeyre cada vez más y más abajo.



Las más bonitas imágenes de esta subida empiezan a llegar.












En ningún momento encontraremos descanso en este puertazo.



No terminamos de perder de vista el punto de inicio del ascenso.



En la parte alta del puerto. Una gozada pedalear por aquí. El Monviso está siempre a la vista.












Conseguido! Estoy en la cima del Colle di Sampeyre, a 2.284 metros de altitud.





La Statua della Madonna dal Colle di Sampeyre.



Vale! Pues tras disfrutar unos minutos del relax de la cima, toca descender. Los primeros 4 kilómetros son compartidos por las 2 vertientes que vienen del sur.









Tras esos 4 kilómetros, descenderé por la vertiente de Cucchiales, para luego volver a subir por la de Elva. Veo desde arriba los pequeños pueblos por los que pasaré en este descenso.






Una zona de total verticalidad.



Bajando por una carretera de momento excelente, aunque luego, en la segunda mitad, también se estropeará.



Acercándome a los pueblecitos: San Martino, Cucchiales, Morinesio, Stroppo...









Igual que sucedió en la vertiente de Sampeyre, la mitad inferior del puerto es dentro de bosques muy tupidos.



Cucchiales.



Y Stroppo, en el fondo del valle. Punto final a la bajada.



Sin apenas tiempo a relajarse un poco, empieza la subida al Colle di Sampeyre por la vertiente de Elva. Son 17 kms al 8,3% de media y con máximas del 15%. Por tanto, todavía más dura que la vertiente de Sampeyre. Los 4 puertos de la etapa de hoy, siempre irán de menos a más en cuanto a dureza.


Salvaje y demoledora esta vertiente. La carretera a media ladera y el calor que sofoca aquí metido entre estas montañas me minan las fuerzas rápidamente.

Estas frágiles barandillas oxidadas dan un aspecto muy desamparado a la subida.


Y estos túneles o galerías mejor, pues están abiertos con grandes "ventanas", tampoco dan muy buena sensación.


Tremendo...

Esta Virgen del valle debe proteger al caminante. Nada dice de los ciclistas, por lo que me temo lo peor.


Como en las otras 2 vertientes, entro en zona de bosque. Esta vez, sin embargo, no tengo buenas sensaciones. Debo comer, llevo el bocadillo entero, pero no tengo hambre. Malo... muy malo!


Estoy en plena zona donde hay 10 kilómetros al 9% de media. Las fuerzas flaquean, saco el bocadillo. Pero me cuesta comer, mastico y mastico y no encuentro la forma de tragármelo.


Tengo a la vista Elva, la única población que hay en toda la subida, con 100 habitantes. Me va a costar un huevo llegar ahí.


Llego a Elva cada vez peor.


Veo claro que esta vez, ni vírgenes ni santos me van a salvar de un pajarón monumental.


Paro en esta fuente a lavarme un poco, a beber mucho, muchísimo, a ver si puedo comer un poco más de bocadillo luego.


Me quedan todavía unos 7 kilómetros para coronar el Colle di Sampeyre. Pienso que luego me queda el descenso por la carretera nefasta y subir todo el Agnello, con diferencia el más duro de los 4 de hoy. Y todo se me nubla y se me hace muy cuesta arriba...




Felices vosotras, vacas, que estáis todo el dia ahí tumbadas. Hoy os cambiaría un rato la situación, jeje.


Última zona de abetos, antes de llegar al cruce donde se junta con la vertiente de Cucchiales.


Una vez en el cruce, afrontaré los 4 últimos kilómetros de subida. Vuelvo a sacar el bocadillo y lo muerdo con ciertas nauseas. Por mucho asco que me dé, tengo que comer sí o sí.


Intento aislarme un poco de los malos pensamientos con las vistas.




Veo la cima, me queda poco, algo más de un kilómetro quizás. Ha sido imposible pegar más de 4 bocados al pan. Tengo que guardármelo si no quiero potarlo todo.


Corono, completamente desfondado. No sé que cojones habrá pasado hoy, pues ni la distancia ni el desnivel son para estar así.


De nuevo en el cartelito de la cima, y el Monviso de fondo.




Toca descender. Mismos paisajes que antes, pero ahora es por la tarde en vez de por la mañana.


Calor y mucha humedad. Cuando llegue ahí al fondo, que no me pase nada...





Llego de nuevo a la población de Sampeyre. Me esperan 33 kilómetros de subida hasta el Agnello. Solamente pensar eso me hacen venir escalofríos.


Me cuesta horrores llegar hasta Casteldelfino. A los pies del campanario, una fuente. Bebo, me lavo la cara, los brazos, las piernas... al final me chorreo entero. Estoy que no puedo con mi alma. Y ahora empieza lo bueno. Me quedan 20 kilómetros a más del 7% de media.


Un descanso mientras bordeo el lago de Pontechianale.








Se acerca el momento temido. Se acerca el pueblo de Chianale. Lo peor de todo, es que sé lo que me espera, pues por la mañana lo he bajado.


Ahí, donde se ve el asfalto nuevo, el horror se hace realidad. Me esperan 10 kilómetros al 10% de pendiente media. Y no me veo capaz de hacer ni uno.


Aun no subí el primero y ya tengo que parar. Estoy rendido y me mareo un poco. Eso ya me jode, pues una cosa es estar muy cansado, pero otra es marearse, y eso no me ha pasado nunca.


Ves lo que va viniendo y se te cae el alma al suelo. A ratos camino, a ratos me monto.


Queda muchísimo... los kilómetros no pasan. El zurrón en la espalda, con toda la ropa de abrigo a cuestas y más de medio bocadillo se convierte en un pesado lastre.


Si no fuera por la belleza de la zona, paro a la primera furgoneta que pase y le pido si me sube, jeje. Pero vamos a intentarlo, para cabezón yo!


Este cartelito me avisa que los próximos 900 metros son al 11,7% de media. Ya lo que me faltaba. No pasan ni 50 metros que tengo que volver a parar. 


Chianale aun está ahi. Llevo un suplicio y aun me queda tanto...


Pese a todo, el entorno es un espectáculo de la naturaleza.

A ratos a pie, a ratos montado, voy subiendo. 


En este punto, noto que ya no subo ni caminando. Estoy completamente vacío, no queda nada de nada. Esta vez, ni la fuerza mental me va a salvar, pues de donde no hay, no se puede sacar. Saco el bocadillo y nada más verlo me entran arcadas. Lo desenvuelvo y lo tiro a la pradera, que se lo coman las marmotas. Me sobra todo. Hace frío, estoy a casi 2.500 metros y hace viento, pero yo no paro de sudar.


Esta recta fue de lo peor. Estaba parado, con la bici en la mano, y era incapaz de caminar un paso con ella.


Al llegar aquí, de pronto, no se porqué, me acordé de las cocacolas que tengo en el coche, y de las natillas. Pensar en un plato de spaguettis me mareaba, pero pensar en las cocacolas me hacía dar un paso más casi por instinto. Decidí que, cuando estuviera tranquilamente en casa escribiendo la crónica (osea, ahora, jeje) indagaría el motivo de esta repentina necesidad de azúcar.


Demoledor el trazado de la carretera. Dureza extrema que, en una zona tan abierta, no da esa sensación.





Llego a la zona donde empiezo a ver nieve a mi altura. Menos me quedará para coronar, pienso. 


Esta foto, para mi, es impactante. Quedará un kilómetro o poco más, arriba veo la última recta y la última curva de herradura. Voy completamente destemplado, con temblores. Al principio del puerto, calculaba con llegar sobre las 5 de la tarde. Luego ya calculé para las 6. Ahora, son cerca de las 7 y aun estoy aquí. Menudo pajarón!


Ya estoy, ya estoy llegando. El puto Agnello y el ingeniero que lo parió, como me ha dejado!!!


A 2.744 metros de altitud, con un pie en Italia y el otro en Francia. Hace una rasca de la buena, y ni siquiera la idea de un largo descenso me atrae. Solo quiero llegar al coche y beber cocacola, y comer natillas...


Por aquí voy a descender. Digo yo, la vertiente italiana era preciosa, pero esta francesa tampoco es para desperdiciar.


Me lanzo! Buen asfalto, ya no hay tráfico a estas horas de la tarde. El único peligro, las marmotas, que están al borde de la carretera y cuando te acercas les da por cruzar. No puedo arriesgarme con estos bichos cerca.


Veo de nuevo el "Pain de Sucre" y me lo comería entero, con tal que realmente fuera de azúcar.


Descendiendo el valle hacia Ville-Vieille.


Llegando al final de etapa. No sé si acabar de llegar al coche o tirarme definitivamente en uno de esos nichos. Esta vez fotografío al campanario por detrás, no quiero ni ver la hora que marca el reloj.


Llego al coche, y lo primero que hago es beberme del tirón las 5 cocacolas que me quedaban. No me resucitan, pero me dan un poco de vida. Estoy tan agotado que esfuerzos me cuesta cargar la bici en el maletero. Apenas puedo con ella!

Me relajo, me acerco a los aseos aquellos y tranquilamente me ducho con la esponja.

Ahora lo más sensato sería coger el coche y largarse a casa, pero para mañana tengo otra etapa muy interesante. Ya con buen criterio, al diseñar las etapas hice esta tercera más fácil, por lo que pudiera pasar hoy. Y como soy muy cabezón, voy a seguir con el plan inicial y voy a conducir algo menos de una horita hasta llegar al punto de inicio de mañana. Según como pase la noche, ya decidiré.

Llego a la ciudad en cuestión y sigue sin apetecerme nada de cenar. Por tanto, me como una ensalada de pasta que llevaba de esas "enlatadas" y unas cuantas natillas. Como cuando el dia te sale torcido, lo es hasta el final, resulta que el sitio que había visto por google street viewer para dormir es de pago. Así que no entro, y me busco otro sitio.

Me pongo a dormir, contento al fin y al cabo porque conseguí mi propósito, y esperanzado porque dicen que, tras una pájara, el cuerpo se renueva y te encuentras más fuerte. Además, la etapa de mañana es para quitarme la segunda "espinita" que tenía clavada y también incluye sterrato. 

A ver si paso buena noche, caramba!

8 comentarios:

  1. De estas de no poder ni andar tengo gran experiencia, jajaja
    ¡Qué mal se pasa, kontxo!
    Yo no sé qué cojones tiene el Agnello por Italia que yo también las pasé muy muy putas para llegar arriba.

    Viendo este ItalianJob tuyo me están dando ganas de cambiar mi "plan nórdico por rectas llanas muy poco apetecibles" por un "Alpes que te cagas".
    De coste me sale incluso más barato y ... ¡qué leches! ¡que hay montañas!, jejeje

    Magnífica crónica esta!!

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  2. Gracias hombre! Yo también preferiría un "Alpes que te cagas" antes que un plan nórdico, pero ir a conocer esos países lejanos no es algo que se pueda hacer todos los días, y también tiene su atractivo... difícil decisión, jeje.

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  3. Tus fotos me han ayudado a decidirme.
    Entre estos pepinos y La Sirenita de Copenhague ... ¡qué quieres que te diga!, jajaja
    Las llanuras y rectas interminables del norte de Europa para el año que viene, jejeje
    Muchas gracias, me has ayudado un montón.

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  4. De nada! Ya me espero para ver tu reportaje, deseando que el hombre del mazo no te pille como me pilló a mi, jeje.
    Suerte!!!

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  5. Fauniera tienes?
    Es que se te ha olvidado poner en el blog el widget de etiquetas y, aunque las pongas en las entradas, no se puede hacer búsquedas con ellas.

    Si lo conoces, me das consejo de vertientes con Sempeyre y Fauniera (ambos tienen tres) para una circular con inicio y fin en Cuneo? porfi, plis!!!

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  6. Tengo Fauniera y Sempeyre, el Fauniera por las 3 vertientes. Lo subí el pasado verano en 10 días que estuve por Italia, pero todavía tengo los perfiles por hacer y las fotos por subir, no me he metido con ese tema todavía.
    Recuerdo que Fauniera hice un secator circular un dia, saliendo de Demonte, subiendo Fauniera y bajando por Pradleves, pasando, por tanto, cerca de Cuneo. Al dia siguiente, hice un sube-baja por la vertiente norte, la que me faltaba. Para el Fauniera, la vertiente de subida que más me gustó fue la de Demonte, y quizás la que menos la de Pradleves, así que si quieres una circular, subes Fauniera por Demonte, bajas por la Norte y te vas a hacer el Sampeyre.
    El Sampeyre ya lo has visto en The Italian Job, si has de descartar una vertiente descarta la de Cucchiales-Stropo. La otra cara sur, la de Elva, es obligada, y la Norte tendrás que hacerla si quieres hacer una circular, y tampoco te arrepentirás.
    en resumen, y para mi gusto, lo mejor es subir Fauniera por la Sur, bajarlo por la Norte y enlazar con Sampeyre por la de Elva. Luego bajas Sampeyre por la Norte y hasta Cuneo llegas como puedas, jejeje.

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  7. Genial!! Ya me extrañaba a mí que no tuvieras Fauniera. Eres una enciclopedia. Haré esta etapa tal y como me dices: Cuneo-Fauniera-Sempeyre-Cuneo. Muchísimas gracias de nuevo.

    No me extraña que no te de tiempo a subir las entradas de tantos días. Yo aún tengo por poner textos de Bretaña y del Macizo Central. Son tantos días y tantas fotos que no da tiempo. Lo peor es que ya no me acuerdo de los detalles. De 15 dias por Andalucía volví en su día con 3.000 fotos y no sabía diferenciar los puertos que hice, jajaja

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