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martes, 27 de septiembre de 2011

Cantabria 2011, martes: Picos de Europa, la joya del norte


Me levanto pronto, muy pronto. Es el dia que más madrugo. Por delante, una etapa larga y de gran desnivel. Además, una última bajada muy muy complicada y peligrosa y un tramo de pista sin asfaltar de 8 kms que previsiblemente deberé hacer caminando. Por tanto, no puedo llegar de noche de ninguna de las maneras. La única solución, empezar de noche....y bastante de noche.

Cortito trayecto en coche hasta La Hermida, que me sirve para desayunar, y me pongo en marcha con mi frontal con pilas nuevas. Subo todo el Desfiladero de La Hermida de noche, cosa que no me importa mucho, pues mañana en el primer sector lo recorreré en bajada y de dia, así que ya lo veré.

Paso por Tama, camino de Potes, que todavía no ha empezado ni siquiera a clarear.


En Potes cojo la nacional que me subirá hasta el Puerto de San Glorio. Muy tranquila a estas horas de la mañana, igual pasa un coche cada 10 minutos. De esta forma, voy subiendo tranquilamente.


Carretera en muy buen estado y sin rampas excesivamente duras, ideal para un primer puerto del dia.


Pequeños nucleos o barrios, muy dispersos, me ven pasar.


Tremenda la soledad de quién ahí habita.


Un larguísimo puerto, más de 40 kilómetros desde el inicio de etapa sin parar de subir. Por muy poco duro que sea, a base de tanto rato sí que acaba cansando.


La carretera va abriéndose paso por las montañas para ir a buscar la provincia de León.


Al fin, el sol me saluda, por tercer dia consecutivo. Viejos amigos somos ya!


Kilómetro a kilómetro, voy venciendo al puerto de San Glorio.


Siento una abrupta sensación de soledad aquí arriba, pero me gusta muchísimo estar aquí y ahora.


Llego a la zona de herraduras, donde se va viendo la carretera por encima de nuestras cabezas.





Y pensar que vengo del fondo del todo del valle...


Llego al Mirador de Lliesba y aún con el sol muy bajo y de cara, puedo disfrutar de enormes vistas.


La herradura donde está ubicado el mirador.


Y el corzo, representativo de la fauna de esta zona. Hay otra familia de turistas, charlamos un poco y luego seguimos cada uno nuestro camino.


Enorme subida la de San Glorio, y preciosa!


Estoy en el último kilómetro, vaya hartura de subir que llevo en el cuerpo!


En la cima, y ya entrando en León.


Los Picos de Europa empiezan a estar a tiro.


Fortísima bajada inicial hasta Llanaves de la Reina.


Y en plena bajada, encuentro la fuente que un guardia forestal me había indicado hace un rato, mientras subía el puerto.


Justo después de la fuente, paso por Llanaves de la Reina, y me preparo para entrar en el Desfiladero de la Hoz.


Es un tramo muy cortito pero impresiona ver esas moles de roca entre las que se abre paso la carretera y el Arroyo del Naranco.








Salgo del estrecho y llego a Portilla de la Reina. Aquí abandonaré la carretera nacional para entrar en el corazón de los Picos de Europa.


Primeros kilómetros del Puerto de Pandetrave, puerto que subí muy cómodamente de principio a fin, quizás ayudado por el viento.


Carente de sombras la totalidad de la subida.





Llego sin demasiado esfuerzo a la cima de Pandetrave, uno de los puertos de montaña más elevados de la Cordillera Cantábrica.


En la cima, como recompensa, tengo el mejor mirador de los Picos de Europa.


Inicio el descenso siempre teniendo a la vista las cumbres más elevadas de la Cordillera Cantábrica.


El pueblo de Santa Marina de Valdeón se ve todavía muy abajo, aunque no tardaré en llegar a su altura.


Carretera rapidísima, directa a las montañas!


Bordeo Santa Marina sin llegar a entrar y el descenso sigue a una velocidad de vértigo hasta Posada de Valdeón.


En Posada, cambio bruscamente de dirección y enfilo hacia el norte, dejando atrás los Picos de Europa.


Una postal preciosa, los Picos de Europa y Posada de Valdeón.


Sin ni siquiera medio kilómetro de descanso, en Posada empieza el Puerto de Panderruedas, que es bastante más duro que el anterior. Voy despidiéndome de esta cara de los Picos de Europa, hasta luego que los penetraré por la otra.


Llego al Mirador de Valdeón, es el momento de tomarse un respiro.


Y, como buen mirador que se precie, disfrutar de las vistas que me ofrece.


Un último achuchón y corono el puerto de Panderruedas. El Pico Camborisco preside este merendero.


Nada más empezar a bajar, la Fuente del Raicedo es mejor que el agua de mayo. La necesito!


Mirando hacia Asturias, hay que descender hasta el fondo del Valle del Sella. Queda mucha bajada por delante!


Bonita bajada, algo bacheada en algún tramo concreto pero bién en general.


El larguísimo Desfiladero de los Beyos. Imposible no parar a disfrutar de este entorno.








El Rio Sella será compañero permanente hasta Cangas de Onís.





Una enorme cascada se suma al espectáculo.


Y llego a Cangas de Onís. A partir de ahora, terreno siempre mirando hacia arriba...


... hasta llegar al Alto de Ortiguero, donde desde este otro mirador volvemos a disfrutar de los Picos de Europa. Ahora vemos su cara norte.


Fulgurante bajada hasta el Rio Casaño y un mirador en la misma orilla del rio nos permite ver el Naranjo de Bulnes, el pico más carismático de los Picos de Europa, que no el más alto. Inconfundible su silueta.


Paso por Carreña de Cabrales, en una carretera que me conozco pues hará 5 años estuve pasando aquí unos dias, que aproveché para hacer la Ruta del Cares a pata. Acto seguido viene Las Arenas, donde dejo la carretera general para volver a entrar en pleno macizo de Picos de Europa. Cruzo por este puente el Rio Cares y empieza la fiesta.


Pero previamente, en Las Arenas compré esta empanada de tomate y atún que me va a dar buenas y necesarias calorías. Le llegó su hora... a la empanada.


Me despido de Las Arenas en una durísima cuesta que me hace pensar que quizás era mal momento de empezar a meterle el diente a la empanada. Casi me ahogo...


Por suerte, el terreno se pone favorable siguiendo el curso tranquilo del Cares.





En verano debe dar un gustín meterse aquí...


Penetrando en las entrañas de los Picos de Europa. Seguiré hasta que las montañas digan "basta" a la carretera.


Llegando al Embalse de Poncebos.





Y en Poncebos, se termina esa carretera y comienza la que sube al Jitu Escarandi, una subida terrible, que da miedo solo oirla mentar.


Los primeros 4 kilómetros son por encima del 9% de media, pero aun se dejan hacer.














La carretera no se separa ni un milímetro del Rio Duje. Aquí una cascada, buen sitio para reposar un poco.


Tremendamente visual esta subida, los peñascos le dan una apariencia muy salvaje.


Llegando a Tielve, tenemos 5 kilómetros más suaves, que hay que aprovechar para relajar las piernas, pues luego viene lo peor.


El tramo "fácil" de la subida al Jitu.





Un lugar increible... es que a uno se le acaban las palabras.


De pronto, aparece ante mí el pueblo de Sotres, y la carretera se empina para llegar a él como si la hubiera diseñado el mismísimo diablo.


Sotres, ahi colgado.


Y unas cuestas del 17% hacen que sea imposible entrar en la población con buena cara.


Pero lo peor viene después de Sotres... Rampas del 20% y un kilómetro al 14% de media hacen que, en muy poca distancia, Sotres quede muy muy abajo.


Por fin, tras larga e intensa agonía, se llega al Collado de la Caballar, donde hay una antena. Desde aquí, lo que resta ya es más fácil.


Esto ya es en la cima del Jitu.


Y aquí empieza una pista de tierra y piedras de 8 kms, que me debe llevar hasta el Salto de la Cabra.


Los dos primeros kilómetros son en fuerte bajada, con mucha piedra y que hay que caminar muy despacio, pues el riesgo de patinar es grande.


Aquí terminará la bajada y luego, los 6 kilómetros restantes, son bastante llanos.


La pista no tarda en "colgarse" de la ladera de la Sierra de la Corta. Los cortados a la izquierda son espeluznantes, en algunos puntos de más de 300 metros casi casi en caida vertical.


Da miedo asomarse... mucha prudencia!


Decido ir montado donde veo que la pista está mejor. En total, de los 8 kms, más o menos hice la mitad en bici y la otra mitad caminando. En bici iba a 10-15 km/h y andando a 5 km/h, así que gané bastante.


De nuevo me asomo a ver lo que hay. Aquí sí que no pasa nadie, cualquier traspiés será fatal de necesidad.


El inmenso cortado a mi izquierda y al fondo veo el final de la pista, donde ya empezará el cemento.


La inmensidad de la montaña...


Entro en el Monte la Llama, una estupenda zona arbolada que haré enteramente sobre la bicicleta.








Y de nuevo salgo a cielo abierto. Realmente esta pista es impresionante.


Llego al Vao los Lobos donde debería haber una fuente. Haberla hayla, pero no sale agua por ningún sitio... Habrá que esperar a llegar a Beges para poder beber.


Me aproximo al final de la pista, un pequeño repecho y estaré en "tierra firme".


El Salto de la Cabra. Este puerto lo he conquistado "por detrás". Ahora deberé bajarlo, y eso es muy chungo.


Pero antes de empezar el descenso, criaturas, dejadme disfrutar unos minutos de todo esto, en el más absoluto silencio y en la más absoluta soledad. Si no estoy en el paraiso, poco le falta.


Inicio el descenso. Cemento en fuerte pendiente pero lo malo son las regatas para el agua. Demasiado anchas para una rueda de bicicleta. El golpetazo al pasar sobre ellas duele hasta en el alma, y a ver quien es el hábil que las salta... Y hay muchas, en la parte alta del puerto.


Me paro para descansar brazos y manos y ya tengo a la vista el pueblecito de Beges. Que monada!


Sigo bajando y debo volver a parar. Hay un par de curvas que hago andando, pues el hormigón está destrozado y son muy cerradas en fuerte pendiente. No lo veo nada claro el poder dar esas curvas montado, y por prudente nadie cayó.


Por fin llego a Beges, me siento como en rusticolandia, pero cuando me jubile yo quiero vivir en un sitio así.


Pregunto a un aldeano por una fuente y me indica ésta, a apenas 20 metros del camino de bajada a La Hermida. Aquí sí que sale agua a borbotones! Pisando mierda, porque es inevitable, me refresco y lleno el bidón.


Termino de cruzar Beges, donde también hay casas apañadas, y llego al asfalto, que en un plis plas me dejará en La Hermida, final de etapa.


La bajada en asfalto también tiene delito, pero el firme es bueno y se hace sin problemas.


Esta zona es todo verticalidad...


Pena me da llegar a La Hermida, pero se termina la luz y, por tanto, la etapa. Ay... si los dias fueran más largos!


Aquí tengo aparcado el coche y aquí dormiré hoy. Primero me ducho con la garrafa y me quito bien todo el sudor. Luego me dispongo a cenar pero se termina el butano del hornillo. Por suerte, llevo otra bombona de recambio y puedo cenar caliente.


Se me hace de noche que aún mastico spaguettis, y tengo que prepararme la cama con la luz del frontal. Gente del pueblo me va mirando desde arriba, pero pienso que este sitio debe haber albergado a muchos más que han dormido en estas condiciones, así que no creo que me busquen problemas.

Cuando ya tengo el coche todo tapado, me meto detrás, extiendo el saco y me meto dentro, para repasar con el frontal la etapa de mañana. Serán 2 sectores, de unos 100 kilómetros cada uno y un traslado de una horita entre medio. La cosa promete!

Me duermo enseguida, deseando que el cuerpo repose bien y pueda disfrutar mañana de otra jornada de auténtico cicloturismo, pues todo lo que vea será nuevo para mí.


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