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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cantabria 2011, miércoles (I): Valle de Liébana


Tras una etapa tan ajetreada como la de ayer, he dormido plácidamente unas buenas 8 horas. Vuelvo a poner el despertador temprano, ya que por delante tengo casi 200 kms repartidos en 2 sectores, con un traslado entre medio de aproximadamente una hora. Por tanto, hay que ponerse pronto manos a la obra.

Desayuno un poco mientras me voy vistiendo. Hoy no me llevaré el bocadillo, pues el primer sector es de unos 100 kilómetros y con un paquete de galletas príncipe en el bolsillo deberá ser suficiente. Me pongo en camino de noche, con la idea de subir la primera mitad del Collado de la Hoz de noche y ver amanecer a media subida. Por esa razón, el Desfiladero de La Hermida y los pequeños núcleos habitados se ven así ya bien entrado en faena.


En un descanso dentro de esta ascensión, paso por el pueblo de Linares, colgado en una ladera del Macizo de Pañarrubia. Va amaneciendo y hace un fresquito muy rico.


Reemprendo la subida tras ese descansillo y el cielo se tiñe de rojo en otro bello amanecer... y ya van 4 consecutivos!


Atrás quedan los Picos de Europa, yo me alejo de ellos hacia el este.


Corono sin ningún problema el Collado de Hoz y me preparo para pasar fresquete en la bajada.


El sol me hace el primer guiño justo cuando me dispongo a iniciar el descenso. Ya somos buenos amigos, nos levantamos y acostamos juntos desde el domingo, y sé que hoy volverá a darme su calor, cosa que yo agradezco.


Bajo la atenta mirada de la Peña La Masón, el descenso será breve.


Paso por Lafuente en un descenso raudo, que no me dé tiempo a coger frio.


En este puentecillo sobre el arroyo Lamasón, termina el descenso de Hoz y empieza el ascenso al Collado de Ozalba.


La blanca Iglesia de Santa María es testigo solemne de mis andanzas.


Cruzo el pueblo de Quintanilla, todo muy rústico y rural.


La carretera va remontando siempre flanqueda por esas rocas. Al fondo puedo intuir el Collado de Ozalba.


Un pequeño tramo dentro del bosque, las rampas son duras pero no excesivas ni matadoras.


Gano altura sobre Quintanilla mientras la luz solar va avanzando.


Preciosas imágenes de esta solitaria zona cántabra.





Corono este Collado de Ozalba y sigo ahora bajándolo siempre dirección este, con el sol de cara.


Los Picos de Ozalba quedán ya detrás.


Hay que descender hasta el fondo del Valle del Nansa. Es una gozada rodar por estas carreteras.


En Puentenansa, empieza esta larguísima ascensión de casi 40 kilómetros. Buena carretera, se ve bastante nueva, y muy solitaria para ser conexión Cantabria-Palencia.


Los quince primeros kilómetros son muy suaves, en ningún momento superan el 5% de media.


Siempre con el Rio Nansa a nuestra izquierda vamos avanzando camino.


A partir de Santoris la pendiente ya aumenta y rompe un poco tanta monotonía.


Una pequeña cascada salpica con agua fría al escalador.


Todo cambia al entrar en este desfiladero, es el mejor momento del puerto.





En poca distancia deberemos alcanzar la presa del Embalse de la Cohilla.


Para llegar a ella, la carretera tuvo que recurrir a varias obras de ingeniería.








A partir de la presa, volvemos a la monotonía de kilómetros con muy poco desnivel. Ya no habrá más dureza hasta el final del puerto.


Pero ahora, al estar a más altitud, los paisajes son mucho más bucólicos.





Tras una zona boscosa, llego al Mirador de la Cruz de Cabezuela, presidido por una escultura que simboliza el encuentro entre un lebaniego y un purriego.


Preciosas vistas de Cantabria desde el Mirador.


Sigo subiendo, paso el cruce de la carretera que sube de Potes y entro en Palencia.


Tras varios kilómetros por tierras castellanas, llego por fin a la cima de Piedrasluengas.


Tremendas las panorámicas desde esta cima. Apetece pararse y comerse unas galletitas disfrutando de estos paisajes. Lo hago.


Me asomo a ver que se cuece por Palencia, pero estos páramos no prometen tanta belleza...


... así que me lanzo en larguísimo descenso dirección Potes. Pasaré por Valdeprado, Pesaguero... pequeñas poblaciones. Pesaguero, con 50 habitantes, es la más poblada de la zona.


Una postal magnífica. Hoy vuelvo a tener un dia radiante, el cuarto consecutivo. No me puedo quejar!


Tras pasar cerca de Potes, me acerco al Desfiladero de La Hermida. La cámara preparada, que eso promete.


Entro en el Desfiladero de La Hermida. Es un conjunto de angostas gargantas del macizo de Ándara que confluyen en la principal, formada por el cauce del río Deva, que discurre entre grandes paredes casi verticales de roca caliza, algunas de más de 600 metros de altura. Sus 21 kilómetros de longitud hacen de este desfiladero el más largo de España.


Disfrutando mucho de esta bajada. Entre la fauna son comunes los rebecos, buitres y águilas, destacando la presencia de exiguas comunidades de urogallos y el avistamiento ocasional de osos pardos, ambos en peligro de extinción en la península Ibérica.








Al cabo del rato, llego a La Hermida, localidad que da nombre al Desfiladero, y punto final de este primer sector.


Igual que hice el lunes, cargo la bici en el coche y no me cambio ni ropa ni calzado. Voy a tener que conducir cerca de una hora hasta llegar al punto de inicio del segundo sector, cosa que aprovecho para comerme el bocadillo y tomarme unas latas de fanta que se han conservado frescas dentro de la nevera portátil.

Voy bien de tiempo, así que podré permitirme el lujo de alargar el segundo sector y no hacer solamente el puerto de Palombera, sinó también algo más.

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