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domingo, 25 de septiembre de 2011

Cantabria 2011, domingo: Valle del Asón, donde habita el olvido


La aventura se inicia el sábado a las 2 del mediodía. Salgo del trabajo y directamente me pongo en camino hacia el norte. No hay prisa, tiempo de sobras, por lo que evito los peajes. Lérida, Huesca, Pamplona, Vitoria, Bilbao... y poco después de la capital vizcaina paso por una area de servicio enorme con un parking para camiones gigantesco, y decido pasar la noche ahí, pues ya oscureció.

Ceno un poco y antes de las 10 de la noche ya estoy durmiendo. La noche es calurosa, pese a estar a final de septiembre.

Me levanto el domingo bien temprano y me queda menos de una hora de viaje hasta Ampuero, donde llego aun de noche. Me pongo en marcha con el frontal, esperando de un momento a otro el amanecer. La subida a Hoyomenor es muy agradecida, facilita para empezar y por excelente carretera. Hasta llegar al desvío hacia la Ermita de las Nieves, donde la cosa se empieza a complicar.



El dueño de la montaña.



Al dar una curva cerrada aparece la Ermita de las Nieves. Viene una fuerte bajada que maldigo pues luego deberé volverla a subir.



La carreterita trepadora.



El alba en lo alto de la montaña completamente desierta. Aquí solo habita el olvido...



La ermita queda en lo alto del peñasco y para acceder a ella hay que seguir caminando. Yo no subiré, me queda muchísimo por ver hoy, esto solamente ha sido el aperitivo.



El sol asoma insolente. Hoy seré su compañero hasta el ocaso.



Debo retornar a Ampuero por el mismo sitio, aunque la diferencia es que ahora hay más luz... y más bajada!



Precioso y solitario.



Abajo Ampuero y, al fondo, el Cantábrico.



Ya estoy en Ampuero. Cojo el bocadillo y lo amarro al cuadro de la bici. El frontal me lo llevo conmigo, guardado, pues no sé si llegaré de dia o no.



Nada más salir de Ampuero una ligera niebla me envuelve. Empieza la subida al Campo Layal, previo paso por el Santuario de Nuestra Señora de la Bien Aparecida, patrona de Cantabria.



Hasta el Santuario habrá unos 5 kms y el recorrido es un via crucis, con todas las estaciones construidas en piedra y muy bien cuidadas. Además, hay un carril peatonal en todo el margen derecho de la calzada.



Aquí vemos una de las estaciones, muy cercanos ya al Santuario.



El Santuario de la Bien Aparecida.



Quedan un par de kilómetros más de subida a este puerto y la belleza de la zona se intensifica.



Ante esto, ya doy por amortizado el viaje. Y es sólo el inicio!



Coronando el puerto de Campo Layal, o el Hayal, según donde se mire.



Mirando hacia el Cantábrico, la neblina costera no me deja verlo.



Rapidísimo descenso hacia San Pantaleón de Aras.



De San Pantaleón a San Miguel de Aras, donde empezará el siguiente puerto, el Puerto de Fuente las Varas.



Saliendo de San Miguel ya tengo a la vista la cima del puerto.



Remontando el Valle del Rio Clarín, bastante abajo quedó San Miguel de Aras.



Llegando a la cima, es imposible evitar quedar impresionado por la escena.







Nada más iniciar el descenso, penetro en la espesa niebla. Debo quitarme las gafas, pues no se ve a más de 10 metros. Termino el descenso y paso por Matienzo en lo que es el ascenso a otro puerto más, el Puerto de la Cruz de Usano. Hasta que no me acerco a la cima, no empiezo a ver algo.



Ha costado salir de esa niebla tan espesa! Por suerte, es la última que voy a ver en el dia de hoy.



Descenso de la Cruz de Usano hacia Riba.



En Arredondo, y en este puente sobre el Rio Asón, da inicio el Puerto de Alisas.



Pero antes, hay que desayunar de nuevo. En este supermercado, por suerte para mi abierto en domingo, encuentro lo que necesito: galletas de chocolate y cocacolas. Azúcar y más azucar.



Con tanto chute de azúcar, energía rápida donde las haya, el puerto de Alisas será pan comido.



Voy disfrutando de las quinta subida de la etapa, agradecido del tiempo tan bueno que estoy teniendo.



Antes de llegar a coronar, ya aprieta el sol y paro a quitarme la chaqueta windstopper. La meto en el zurrón y me lo cuelgo en la espalda. Como apenas pesa, no molesta en absoluto.



No puedo evitar mirar hacia atrás para ver lo que me espera luego... Es el Collao Espina, la sexta subida del dia y la más terrible de todas las que voy a hacer en estos 5 dias.



Pero por ahora, olvidémonos de "cosas feas" y sigamos disfrutando con Alisas.



En la cima de Alisas, mirando hacia atrás, hacia la zona por donde he subido. Esa montañaca es lo que me espera a continuación...



Y mirando hacia el mar.



Bajo por donde subí y poco antes de llegar a Arredondo cojo la carretera que lleva a Bustablado. Antes del pueblo, paro a beber mucho y a repostar a tope, que lo que viene es poca broma.



En Bustablado. Es domingo casi veraniego y hay gente. No me cuesta encontrar quién me indique por donde se va al Collao Espina. Un señor me señala con su bastón la dirección a seguir, y un mozo, al oirme preguntar por el Collao Espina, se gira y me mira las piernas.... Malo, pienso yo.....



Es salir del pueblo y empieza el horror. Un kilómetro a más del 13% y con rampas que se acercan más al 30 que al 20 demuestran la atrocidad de este puerto.



Es que llegas y no sabes cómo se sube eso!



Apenas llevo un kilómetro de subida y Bustablado ya casi ni lo veo de lo alto que estoy.





Al llegar a esta zona del 25% ya lo doy por imposible. Caminando vas a la misma velocidad y te cansas el 80% menos. Por tanto, la decisión es clara, ¿no?



Sólo de mirar atrás ya entra un vértigo...



Monto de nuevo y al dar una curva veo allá delante una tia con el culo en pompa y las bragas bajadas... Tan indecente aunque no por ello menos erótica visión me incita a apretar para llegar antes, pero la pendiente es la que es, y los milagros a Lourdes. Cuando llego a su altura, bañado en sudores, ya ha terminado de hacer "sus cosas" y solamente la pillo "en bragas". Me sonrie y me dice que hay buenas cuestas, y me pregunta si está asfaltado hasta arriba. Yo solamente logro balbucear una afirmación, casi ininteligible, por culpa del apretón tonto que me he pegado.

Justo es alejarme de la moza y llega la zona de bosque, zona de descanso. Breve, pero descanso.





Pero el bosque dura poco, y el descanso menos. Llega la zona de herraduras enlazadas sin bajar del 18%. La chica de antes, en un todoterreno con el marido y los niños, viene por detrás. Es el momento ideal para pararse y dejarlos pasar, jeje. Y ya que he parado, terminaré el rampón caminando, que arrancar aquí no es bueno de ninguna manera.





Sales de esa zona de herraduras pensando que ya pasó lo malo, y te encuentras con esto...



Ahora sí, almenos, las vistas son considerables.





Llego arriba, por fin. Hay un poco de bajada y luego reemprende la subida, pero lo más dificil ya está conseguido.



Tremenda soledad... y tremenda sed la que llevo, hace muchísimo rato que ando bañado en sudor.



Poco a poco recupero el aliento y bajan las pulsaciones. Éste es de esos puertos que es imposible subirlo tranquilo, demasiada pendiente. Pero tanta recompensa da por bueno el sufrimiento. Paisajes en soledad.







El descenso por la otra vertiente, por Calseca, también se las trae.



Tras castigar las manos y las pastillas de freno, llego a la carretera que sube a Lunada, el séptimo puerto al que me enfrentaré hoy, y el más alto de la etapa.



En San Roque de Riomiera esta fuente salvadora me devuelve las esperanzas y me quita la sed. Voy sin reloj, pero el ver gente comiendo en los restaurantes de la zona me hace deducir que voy bien de tiempo.



Remontaré el curso del Rio Miera dejando atrás San Roque, en esta larga subida al Portillo de Lunada.



Hay que cruzar esa sierra. De nuevo la soledad es mi compañera fiel.



Preciosa la zona. La disfruto, a pesar de que el Collao Espina me ha dejado muy tocado.



Vemos como la carretera, con esos 2 trazados rectilineos, le toma la altura a la montaña.


Siempre que he subido este puerto me ha invadido una cierta desazón. Tan abierto y tan completamente pelado... no sé, algo tiene.



La carretera se asoma al cortado para acto seguido girar a la derecha y encarar el tramo final.





Llegando a la cima, observamos buena parte del último tramo de subida a este puertazo.



Paso por el cartel del puerto y entro en la provincia de Burgos.



Descenderé por la vertiente castellana.



Otro descenso rápido y, tras pasar por Las Machorras inicio la subida al Portillo de La Sia. Me gustó mucho esta vertiente burgalesa.



Al salir del bosque vemos los molinos, indicativos de que estoy en zona de fuertes vientos.





Trazado interesante esta cara sur de La Sia, aunque claro, la vertiente cántabra es mucho mejor.



Llego a la cima, y vuelvo a entrar en Cantabria. Aquí me paro un rato, disfrutando de estas vistas sin que pase ni un triste coche, en silencio total.



El descenso está recién asfaltado y se baja de gloria.



Conviene no ensimismarse mucho con estas vistas pues la carretera es bastante curveada y te puede costar un susto.



A media bajada, me aparto de la carretera que va a Arredondo y me meto hacia la derecha por el Valle del Gándara.



Hay que dejarse guiar por quienes se conocen mejor la zona, jeje.



Súbitamente, me olvido del Rio Gándara y entro en esta carretera también de asfalto nuevo para ir a subir el noveno y último puerto de hoy, Los Tornos. El otoño se empieza a dejar ver.



Gano altura con prontitud y el incipiente atardecer me muestra su cara más bella.



Llego al pequeñísimo pueblo de Fresnedo, que se me antoja un lugar ideal para vivir sin estrés.



Cojo agua en Fresnedo y las sensaciones empiezan a no ser buenas.



Alejándome de Fresnedo.



Subo cada vez con más pena y salgo a la nacional. Me quedan unos pocos kilómetros para coronar Los Tornos y me está entrando un principio de pájara. Ya no me queda comida, solamente agua, que sudo cada vez que doy un trago. Esta vez, ni las vistas me van a salvar.



Corono Los Tornos completamente destemplado. Me asomo a la parte de Burgos para ver cómo es.



Y sin más, me doy media vuelta para parar un poco en el mirador muy cerca de la cima.



Cuando ya recupero un poco, me lanzo en la bajada. Me quedan más de 20 kilómetros que, como no podía ser de otra forma, me van a tocar con aire de cara. Yo voy que solamente pienso en la comida que me voy a pegar cuando llegue al coche. Mientras tanto, me despido del sol.



Llego a Ampuero lleno de gozo, pues estoy a punto de pegarme un atracón. Además, hoy dormiré aquí mismo, pues al empezar la etapa vi un sitio ideal para pasar la noche. Por tanto, aquí, delante de la Iglesia de Santa María, doy por finalizada esta primera etapa.



Como esto no es Francia, y no hay o no sé encontrar "toilettes" públicos, me tengo que duchar con la garrafa de agua de 8 litros que siempre llevo. Me pongo el bañador, la garrafa en un sitio algo elevado y con el tapón dosificador abro para que salga un cañillo y no fundirme los 8 litros en una ducha. Si me esmero un poco, con 4 litros me da para la ducha completa.

Luego me ventilo el tupper que traia de casa de spaguettis con chorizo y me bebo unas fantas. Quedo bien lleno y a gusto, jeje.

Ya bien limpio y comido, desplazo el coche apenas unos cientos de metros y lo aparco en el sitio que tenía ojeado para dormir, a la salida del pueblo direción Guriezo. Se hace completamente de noche justo cuando ya lo tengo todo a punto para acostarme, cosa que no dudo en hacer. Mañana me espera otra buena etapa, con un burucartel y 2 huesacos por superar. Han dado buen tiempo por la radio, así que creo que voy a pasarlo muy bién...


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