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lunes, 11 de julio de 2011

Senderismo por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

Hemos venido a pasar unos dias al camping Peña Montañesa, al lado mismo de Ainsa, y hoy vamos a dedicar el dia a hacer una excursión por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Nos levantamos bien temprano, casi casi de noche, y mientras preparo las mochilas el peque aprovecha para resolver un solitario.


Una foto de familia en el mobilhome, justo antes de ir a buscar el coche para el traslado hasta Torla.


Una vez en Torla, debemos dejar el coche y coger un autobús que nos subirá hasta la pradera, ya dentro del Parque Nacional. Compramos los billetes de ida y vuelta y disfrutamos del corto trayecto.

El bus nos deja en la pradera y empezamos a caminar, adentrándonos en seguida por unos bosques de árboles enormes.


Proseguimos el camino, ancho y bien acondicionado, mientras el sol todavía permanece escondido.


A orillas del rio Arazas nos tomamos un primer descanso. El dia va a ser muy duro!


Seguimos por la ruta de las cascadas, y la primera que aparece ante nosotros es la Cascada de Arripas.


Seguimos caminando y no tardamos en llegar a la siguiente, la Cascada del Estrecho.


Aprovechamos para hacernos una foto juntitos.


Y un poco más arriba, pero muy cerca, la Cascada de la Cueva.


Otra foto con este inmejorable telón de fondo.


En el borde del precipicio, notando las salpicaduras del agua.


Y nos ponemos en lo alto de la cascada para ver lo que siente al agua al caer.


Da bastante impresión asomarse ahí.


Tras la zona de cascadas, el camino se adentra en un espectacular bosque de hayas.


Un pequeño refugio en medio del bosque.


Disfrutamos del fresco que se siente dentro del bosque.




Al rato, salimos del bosque y ya quedamos expuestos al sol, mientras seguimos remontando el curso del rio Arazas.


Las Gradas de Soaso, otra zona espectacular de este rio.


Esto es lo que vamos dejando atrás. Luego la vuelta será por lo alto de esas paredes.


Disfrutando de las Gradas de Soaso.






Dejamos atrás las Gradas, en lo que será la zona més empinada del trayecto de ida, y llegamos a la zona llana y herbosa que es el circo de origen glaciar de Soaso.


Enormes paredes nos observan.


Mirando atrás, vemos la pared por la que luego hemos de volver.


En el circo de Soaso, nos vamos acercando al objetivo del dia, la Cascada de la Cola de Caballo.


Al fondo, el Monte Perdido se obstina en esconderse.


Nuestros amigos los animales!


Mirada atrás. La Faja de Pelay, camino que será de vuelta, discurre colgado por esa pared.


Ya tenemos a la vista la Cola de Caballo, pero queremos llegar hasta el final, hasta tocar su agua.








Tras comernos unos bocadillos sentados al borde de la cascada, emprendemos camino de vuelta.


Estos carteles ya nos advierten que la cosa no será nada fácil.


Pronto la senda gana altura sobre la pradera por la que antes nos acercamos a la Cola de Caballo.




Asomarse no es muy recomendable para quien padezca de vértigos.


El valle queda muy abajo y el Monte Perdido empeñado en no dejarse ver.


Seguimos por la faja... el camino parece que va a ser muy largo!


Impresionantes imágenes del Circo de Soaso y el Monte Perdido.




Pero miremos hacia delante. Allí abajo, al fondo, parece que ya se ve la explanada donde nos recogerá el bus.


Atrás va quedando el circo, el camino fué mucho más fácil para ir que ahora a la vuelta.


En estas zonas de bosque podemos caminar sin tanta tensión.


Las paredes de enfrente.






La faja ahora pasará muy al borde de estos tremendos cortados. Debemos extremar las precauciones.




De nuevo zona de bosque, para relajarnos un poco.


Estas vaguadas son peligrosísimas. Un traspiés puede ser fatal.


Tras esos momentos de tensión, nos relajamos con el paisaje.




A la vista queda ahora la pradera donde está la parada del bus. Hay que bajar hasta ahí a lo bruto, por unas pendientes que asustan de verdad.








Durante toda la bajada, alerta máxima, no podemos permitirnos ningún fallo.








Un descansillo, que la bajada carga mucho las rodillas.


Por fin, podemos respirar tranquilos. Hemos llegado abajo, y el rio Arazas fluye tranquilamente por los prados.


Nos montamos en el bus y en Torla nos despedimos de esta zona, que nos ha proporcionado una excursión de más de 8 horas. Seguro que nunca lo olvidaremos.




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