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domingo, 9 de septiembre de 2012

Monegros-Bardenas-Pirineos, etapa 4: Un final desierto





Por cuarto y último dia, el sonido del despertador rasga el espeso silencio de la noche. Horas intempestivas para ponerse en marcha, que solamente se pueden concebir por los auténticos locos de esto del cicloturismo, por los que realmente lo disfrutamos, lo vivimos y lo sentimos.

El sonido de los tacos resuena en las empedradas calles, mientras confirmo que los dos moteros están durmiendo en el albergue, y hago cábalas de cómo habrán subido la moto hasta aquí.


Empiezo a pedalear mientras el resto del pueblo se arrebuja entre las sábanas porque... ¿quién va a salir a pedalear a estas horas, aun de noche, pudiendo estar cómodamente en la cama? Pues alguien que prefiere ver amanecer desde lo más alto, y de imaginar a los habitantes de Sos allí abajo en sus casas.


Alguien que prefiere llegar a Uncastillo de buena mañana. En plenas fiestas, aun a estas horas dura el concierto. Grupitos de jóvenes por las calles, abrigándose del fresco y con bastante carga de alcohol. Algunos me miran raro, otros me dicen algo y los más, ni siquiera me ven.


Pero yo sí que veo. Lo veo todo!


Me alejo de Uncastillo, aunque la música la escucharé aun durante bastantes kilómetros. El sol asoma y yo lo agradezco. Dentro de poco, lo maldeciré.


Subiendo el largo puerto de Sierra Mayor, dejaré atrás pueblos como Luesia...


... explotaciones agrícolas y ganaderas...


... tranquilas carreteras este domingo por la mañana...


... y Fuencalderas, cerca de la cima del puerto.


Corono el puerto de Sierra Mayor con la calma más absoluta, y sabiendo que va a ser la única dificultad de hoy y ya la tengo superada...


... me lanzo al descenso, pasando por Santa Eulalia de Gállego...


... pasando este puente sobre el rio Gállego...


... y atacando esta subidita que me dejará en...


... Ayerbe, también en fiestas. Me detendré a ver el paso de esta procesión, encabezada por los gigantes del pueblo...


... y luego, ya más calmado, tomaré alguna foto del pueblo.


A partir de Ayerbe, la monotonía paisajística, que no deportiva, será la tónica durante muchas horas. Piedramorrera es un pueblecito como otros muchos que voy a encontrarme.


Enormes campos siempre por todas partes...


... hasta llegar al Canal de Monegros, que me acompañará un buen número de kilómetros.


Voy avanzando, el terreno es fácil pero ahora castiga el sol...


... y tanto secarral hace que la sensación de sed se vaya acentuando.


Suerte que ahí está el Embalse de la Sotonera, para cambiar un poco el decorado.


Y el Canal de Monegros, fiel compañero de viaje.


Alcalá de Gurrea, en la Hoya de Huesca.


Progresaré por la via de servicio del Canal de Monegros...


... que da un toque diferente a toda esta zona tan árida.


En Tardienta ya no puedo más y decido no irme del pueblo sin encontrar agua. Aquí la hallaré, y aparte de beber como un camello me doy un buen baño por la cabeza, brazos y piernas, que estoy medio torrado y todavía tengo que atravesar el Desierto de los Monegros.


En Tardienta cambiaré la compañía del Canal por las vias del tren.


Mejor era el Canal... pero es lo que hay!


En casos extremos, las gasolineras también sirven para avituallarse. Lo malo es que son caras, pero no hay otra.


La Laguna, llegando a Sariñena.


Y brevísimo descenso por zona de bosque, antes de, irremisiblemente, entrar en...


... el Desierto de Los Monegros!


Es la hora de ponerse morenito, pues buscar una sombra es una utopía...


... de descubrir como es un pueblo en medio de un desierto...


... de pensar en muchas cosas, de temas variados, como, por ejemplo, de todo el camino recorrido hasta llegar aquí...


... de cabalgar sobre mi montura igual que lo haría un vaquero sobre su caballo en Arizona...


... y de darme cuenta de que ya estoy desvariando, que me ha dado demasiado el sol en el coco.


Por tanto, decido buscar una sombra para descansar un poco. Pero.. ¿de donde la saco?


No hay otro remedio, hay que seguir y buscar agua...


... que quizás encuentre en ese pueblo que parece haber ahí delante. Pero... ¿no será un espejismo?


El Desierto de Los Monegros, una buena forma de terminar esta ruta alforjera de 4 dias.


Llego a La Almolda, punto final. Una fuente me recibe, y aquí sí que me baño entero.


Finalmente, solo me resta bajar las empinadas calles del pueblo hasta encontrar el coche.


Al llegar al coche, no tardan en salir vecinos y comentarme que les llamaba mucho la atención el coche ahí aparcado tantos dias. Les explico la historia y ya se quedan tranquilos. charlo un poco más con los aldeanos mientras me voy cambiando de ropa y acometo el peor momento de estas historias: la vuelta a casa.

Lo único bueno que tiene el camino de regreso a casa es que da tiempo a pensar en cuál será la próxima, jejeje.

Hasta pronto!

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